BEÍJING, el encuentro de pasado y futuro


TIANANMEN, turbulenta e histórica
La plaza de Tiananmen, la mayor plaza pública del mundo, se concibió como el centro del universo chino. Y en realidad, no son pocos los hechos históricos y turbulentos que han tenido lugar en ella. El 1 de octubre de 1949 Mao Xedong proclamaba la República Popular ante medio millón de ciudadanos reunidos en este oasis de cemento gris e inmenso. En 1976, otros tantos chinos presentaban su último adiós a Mao (hoy lo siguen haciendo en el mausoleo que hay a pocos metros de la plaza) y en 1989 fueron otros los tristemente protagonistas. Miles de estudiantes y trabajadores acudieron a la plaza para protestar contra el corrupto régimen comunista chino. La respuesta del gobierno fue implacable. Los tanques entraron en Tiananmen para disolver la manifestación a favor de la democracia y aunque ninguno de los manifestantes murió en la plaza se sabe que miles de ellos fueron masacrados después.

No han pasado ni veinte años y nadie en el lugar parece recordar (o se esfuerza por no hacerlo) el episodio. Los niños corretean con cometas y banderolas, los mayores pasean en este espacio simbólico y los turistas (entre los que me incluyo) miran a uno y a otro lado; en mi caso, intentando localizar el circuito cerrado de cámaras que sé que existe para controlar y reducir cualquier movimiento extraño. Imposible encontrar las cámaras, pero la presencia constante de militares que desfilan en formación o pasean en pareja por la plaza ya avisa de que todo, absolutamente todo, está bajo control.

LA CIUDAD PROHIBIDA

Bertolucci fue el primero en mostrar al mundo el interior de un enorme recinto vedado durante quinientos años en el que vivieron las dinastías Qing y Ming. Y cuando el mundo lo descubrió, la China imperial cobró otra dimensión.

Hoy puede visitarse su inmenso interior restaurado (algunas partes con más acierto que otras) para descubrir el que ha sido el mayor palacio del mundo. Para entender la belleza del recinto hay que aprender a mirar y… a imaginar.

Aquí hubo 9.999 habitaciones, numerosos canales, un jardín de 7.000 metros cuadrados y numerosas salas lujosamente decoradas donde se celebraban recepciones oficinales, nombramientos de jefes militares y colosales fiestas, como los cumpleaños del emperador.

La imagen más famosa de la Ciudad Prohibida es la del Salón de la Armonía Suprema, elevado sobre una triple terraza de mármol blanco. En su interior está el trono imperial (aunque existen serias dudas acerca de si es el auténtico) y tras él quedan otras enormes dependencias de carácter privado, que hoy funcionan como museos: el de las Pinturas Imperiales, el Museo de los Bronces, el de las Joyas Imperiales, el de las Cerámicas, el de los Relojes…

Ni que decir tiene que las bellas reliquias que pueden contemplarse aquí tan sólo son una parte de las que se disfrutaron en este oasis de placer. Un oasis en el que su símbolo por excelencia, el emperador, permaneció ajeno a los profundos cambios de un pueblo que, al otro lado de la muralla, consiguieron cambiar el devenir del país.

LA GRAN MURALLA CHHINA

Si hacemos caso de una de las sentencias históricas de Mao, “quien no ha subido a la muralla no es un hombre de verdad”. Trasladado a nuestro tiempo, y tanto para hombre como para mujeres, lo cierto es que quien no ha subido a la muralla no ha visto una de las construcciones humanas más sorprendentes del planeta, que empezó a construirse hace más de 2.500 años y que aún hoy sigue siendo el mejor símbolo de las dinastías chinas.

Lo que hoy se conoce como la Gran Muralla es la unión de varios parapetos más pequeños que empezaron a construirse para proteger al imperio chino de los ataques de nómadas procedentes de Mongolia y Manchuria. Bajo el dictado del emperador Qin Shi Huang se decidió unir todos los tramos y comenzó la tremenda obra magna. Se emplearon diez años de duro trabajo en los que miles de chinos, la mayoría de ellos presos políticos, dejaron su vida en la obra. La leyenda asegura que para la construcción del núcleo del muro principal no sólo se utilizaron cientos de millones de tierra comprimida, sino también miles de huesos de los trabajadores que se emplearon a fondo en su construcción y murieron en el intento.

Aunque a simple vista pueda parecer una fortaleza inexpugnable, la muralla nunca fue el bastión defensivo que se pretendió, superada en más de una ocasión. Lo que sí facilitó fue el transporte por las extensas montañas chinas a lo largo de más de 6.000 kilómetros o la comunicación mediante señales de humo desde las torres de vigilancia. Durante años se extendió la creencia de que la Gran Muralla China era el único monumento terrestre que podía ser visto desde la luna. El mito cayó cuando el primer astronauta chino, Yang Liwei, viajó a la Luna en el año 2003 y comprobó en primera persona que era imposible contemplarla sin utilizar instrumentos ópticos. Aún así, para cualquier viajero es mucho más auténtico poner los pies sobre la Gran Muralla que verla desde el espacio.

Actualmente hay muchos tramos de muralla sin restaurar (y que han acabado siendo paleta de lujo para graffitis) aunque otros muchos, por fortuna, se han recuperado para la visita turística. La que más viajeros recibe es la de Badaling, 70 Km. al noroeste de Beijing. Otros tramos son los de Mutianyu, Juyongguan o Simatai. A todos ha llegado la infraestructura del turismo y la tremenda subida hasta la muralla se puede hacer a pie o en teleférico (unos 50 yuanes, que son unos 5 € aproximadamente). No faltan los insistentes vendedores de souvenirs que ofrecen casi de todo a precios irrisorios para llevarse un trocito de muralla en la maleta. Aunque comprar sea decisión personal, no hacen falta souvenirs artificiales de la Gran Muralla. Haber estado ahí es el recuerdo más imborrable.

LOS "HUTONG", el Beijing más auténtico
El compulsivo crecimiento de Beijing y los cambios urbanísticos que se están produciendo en la ciudad tienen sus primeras víctimas en los hutong. Son los típicos callejones chinos, hoy entrañables por los pocos que quedan, donde tradicionalmente ha vivido la mayor parte de la población y que hoy arrasan las excavadoras ante la inminente cita de los Juegos Olímpicos.

Los que aún pueden visitarse son casi excusas turísticas, señaladas normalmente, con placas blancas y rojas. Adentrarse en ellos es descubrir el Beijing más popular, el auténtico sabor chino de la capital. El laberinto de callejones es tan sumamente estrecho que a veces sólo se puede caminar en ellos en fiila india. Después se llega a vías más amplias, donde las puertas de las viviendas (rojas y gruesas, con cabezas de dragones dorados en los portones) permanecen abiertos y a expensas de los ojos de los curiosos.

En algunas de estas casas se han habilitado alojamientos turísticos para los viajeros más atrevidos. Si se elige esta opción hay que tener en cuenta que los lujos brillan por su ausencia. La calefacción, el agua caliente y, muchas veces, hasta el lavabo son inexistentes, lo que hace que abunden los aseos públicos con un olor, como mínimo, poco recomendable.

Sensaciones aparte, es imposible comprender los contrastes del gran Beijing si no se pasea por uno de estos barrios típicos, muchas veces, a pocos metros de los modernísimos rascacielos que dibujan el nuevo skyline de la capital.

COMPRAS

Beijing es el paraíso de las compras, sobre todo, y aunque las autoridades del país intenten que esta fama no trascienda, de las imitaciones. El Mercado de la Seda (Silk Market) es un completo edificio de cinco plantas donde pueden encontrarse imitaciones casi perfectas de grandes marcas como Prada, Armani, Loewe o Louis Vuitton. El regateo es obligatorio, ya que el precio inicial que acostumbran a pedir ronda unas 10 veces más del que puede acabar pagándose.

Otros productos típicos de Beijing son las sedas (la Tienda de la Seda frente a la puerta norte del Templo del Cielo es una de las de mayor nombre), la artesanía, las cometas originarias del país o el té, de numerosas variedad y excelente calidad. En la calle Liulichang se encuentran las mejores librerías y tiendas de antigüedades de la ciudad. Y no faltan tampoco los grandes almacenes, donde la ropa a “precios occidentales” y los escaparates con marcas como Niké o Adidas comparten espacio con los Mc Donalds, cada vez más extendidos en la ciudad.

Un paseo por los hutong llevará a otras tiendas más peculiares donde pueden adquirirse souvenirs “comunistas”: relojes de Mao, posters de todo tipo con su retrato y otros en los que le acompañan camaradas imprescindibles como Lenin.

COMIDA CHINA, otro mundo
Si se viaja al continente chino y a Beijing en particular, mejor olvidarse de platos tan conocidos como el arroz tres delicias, el pollo con almendras, el cerdo agridulce o el pan chino. En los restaurantes del país y en los puestos callejeros, simplemente, no existen. En cambio, para placer del paladar sí se descubrirán otros platos de excelente calidad y a precios sorprendentemente bajos para los que viajamos desde Occidente. Una cena completa de varios platos a compartir con bebida incluida puede rondar los 3 € por persona.

En las calles no faltan los puestos de comidas donde adquirir youtiao, una especie de churros aceitosos, pero de buen sabor, mala tang, una sopa de fideos picante especialmente recomendada para el invierno, kao yangrou chuan, kebabs de cordero o douzhis, bebidas a base de tofu. Para los que se atrevan con todo, lo mejor es acercarse al mercado nocturno de Donghuamen. Destaca por su ambiente bullicioso y alegre y, cómo no, por sus sorprendentes tentempiés a base de saltamontes, corazones de pollo, gambas o cigarras, todo comestible, por supuesto.


GUIA PRÁCTICA
Situación: Beijing, la capital de la República Popular China es el centro político, cultural y de intercambio internacional de la nación. Se encuentra situada en el norte de la llanura del norte del país.
Superficie: 16.808 km2
Población: 11.280.000 habitantes
Gobierno: Régimen comunista desde 1949
Idioma oficial: Chino mandarín


CÓMO LLEGAR

Numerosas compañías aéreas vuelan a Beijing desde los principales aeropuertos españoles: Finnair, SAS, KLM, Lufthansa, Air China o China Southern. Todas hacen escala en capitales europeas antes de enlazar con el vuelo de largo recorrido.

DOCUMENTACIÓN
Pasaporte en vigor y visado que debe ser tramitado en la ciudad de origen (25 €) mínimo con dos meses de validez según la fecha de salida. Existe un teléfono a disposición de todos los viajeros a China (917 414 728) para solucionar estas consultas.
En Madrid se encuentra la Embajada de la República Popular China
(www.embajadachina.es), y en Barcelona está el Consulado General de China.

CLIMA
Monzón continental. La mejor época para visitar la ciudad es el otoño, cuando las temperaturas son más templadas. La primavera es una época seca, en invierno se puede llegar a un frío extremo por debajo de los -20ºC y en verano el calor supera los 30ºC.

DIFERENCIA HORARIA
Seis horas más que en España.

ELECTRICIDAD
Aunque en la mayoría de hoteles es de 220, un transformador evitará sorpresas en determinados alojamientos.

AGUA
Se recomienda siempre y en cualquier caso beberla embotellada.
MONEDA
La unidad monetaria principal es el renminbi (CNY) o yuan chino. El cambio en los países de la zona euro viene a ser 1 € = 10,1 CNY

PREFIJOS TELEFÓNICOS
Para llamar a China desde el extranjero hay que marcar el 00 86 más el número de destino. Para realizar llamadas desde China a España hay que marcar 00 34 más el número de teléfono en cuestión. Por lo general, en Beijing y en la mayoría de grandes ciudades del país los móviles españoles tienen perfecta cobertura.


CÓMO MOVERSE

Las opciones para desplazarse por Beijing son casi ilimitadas, aunque siempre hay que contar con los inevitables atascos de tráfico, una de las grandes asignaturas pendientes en la ciudad. Existen numerosas líneas de autobuses y Metro, así como taxis, muy baratos en comparación a España (casi imprescindible llevar la dirección a la que se desea llegar escrita en chino, ya que la mayoría de taxistas no hablan ni entienden inglés). Si se desea un transporte más típico se puede optar por los “rickshaws”, carretas con capacidad para 2 personas en las que el conductor tira de ellas a pie. Las omnipresentes bicicletas siempre son también una buena alternativa.

EN LA MALETA
Si se viaja en verano se recomienda ropa fresca, calzado cómodo y accesorios que protejan del calor, como gafas de sol, gorras, sombreros y hasta cremas de protección. Uno de los elementos curiosos que se aconseja no olvidar es una crema tipo “Vicks Vaporub”. El motivo tiene mucho de nasal, pero no por causas respiratorias. Si se entra en alguno de los abundantes lavabos públicos de la ciudad con la crema o sin ella en la nariz se notará rápidamente la diferencia. No damos más pistas.
También es muy recomendable viajar con un botiquín básico con analgésicos comunes que pueden ser imposibles de adquirir en Beijing. Un antidiarreico que nos proteja del cambio de las comidas o el agua también puede ahorrar más de un contratiempo.

VACUNAS
Para viajar a Beijing y a otras grandes ciudades de China, como Shanghai, no hay ninguna vacuna obligatoria. La situación cambia si también se desean hacer excursiones a otros pueblos de los alrededores, más apartados de la “civilización” y con menos adelantos. En cualquier caso, lo mejor es consultar siempre con el centro sanitario más cercano antes de viajar.

DÓNDE DORMIR
Beijing cuenta con numerosos hoteles, entre los que se pueden encontrar desde los más lujosos pertenecientes a grandes cadenas internacionales hasta los albergues más modestos con precios para todos los bolsillos. Si lo que se busca, ante todo, es una buena situación (algo importante en una ciudad tan grande como Beijing), hay que considerar que el centro de la ciudad son los alrededores de la plaza de Tiananmen y la Ciudad Prohibida.
Grand Hyatt Beijing*****
www.hyatt.com

Ritz Carlton Beijing*****
www.ritzcarlton.com

Great Wall Sheraton*****
www.sheraton.com

Red House Hotel***
www.redhouse.com.cn

DÓNDE COMER
Si lees los programas de la mayoría de touroperadores a Beijing verás que el plato estrella es, sin duda, el pato laqueado. Su calidad merece su fama siempre que esté bien cocinado, es decir, con una fina capa caramelizada y crujiente por encima mientras que la carne se mantiene tierna y en su jugo. Aunque sólo sea porque todo el mundo la recomienda hay que probar esta receta, aunque no será la única que te sorprenda.

Podrás elegir entre numerosos restaurantes, desde los clásicos occidentales (con pizzas y ¡paellas! incluidas) hasta los más típicos del lugar. Eso sí, no puedes marcharte de la ciudad sin haber aprendido a comer con palillos, todo un arte que en manos de los chinos parece de lo más sencillo, pero que para el resto del mundo puede suponer un “contratiempo”.

A la hora de buscar un buen restaurante el precio no debe resultar un freno, ya que los más caros suelen costar entre 100 CNY y 200 CNY, que vendrían a ser un lujo asequible a unos 10-20 €. Claro que, sí que se trata de un exceso si se tiene en cuenta que, por menos de 4 € se puede comer de forma estupenda.

Texto: Merche Gallego
Fotografías: Lluis Trillo